Subastando un Italiano ~libre~

Estaba asustado, su barco había sido atacado por piratas unos días atras, y si bien tuvieron la fortuna de que nadie saliera herido de gravedad y de no estar muy lejos del puerto, su capitan se había quedado practicamente en la ruina, al igual que todos los tripulantes. No quiero...no me gusta... No importó todo lo que se quejo o lloro a su amo, al parecer iban a venderlo para tratar de aligerar un poco la carga que les había caído encima.

Fue llevado al mercado de los esclavos, veía aterrado a su alrededor como muchos de los chicos eran llevados usando escas ropas o incluso desnudos, eran golpeados y maltratados, no logró evitar que las lagrimas surcaran su rostro mientras temblaba suavemente. No sabía con que tipo de persona iría a caer, si lo golpearían o lo tratarían bien o que tipo de trabajo iba a realizar.

Fue dejado de pie en una sombra, mientras uno de los miembros de la tripulación hablaba y hablaba exponiendo sus habilidades como cocinero y pintor, tambien era diestro en el dibujo, por lo que servía para copiar mapas, podía leer y escribir, un esclavo muy útil sin duda alguna, además estaba su buena presencia y su hábilidad con las damas...si a eso se le podía llamar cualidad tambien.

El castaño se limitaba a mirar como las personas se reunian a su alrededor y se lo quedaban mirando, no podía evitar temblar y soltar unos ligeros sollozos de miedo. ¿Habría pasado su hermano por esto tambien

Escuchó al "vendedor" pedir de inicio 20 monedas de oro por el, un poco caro segun había escuchado el valor de otros esclavos en su camino ahí, pero ¿un sirviente que podía leer y escribir? ¿Que copiaba mapas con tanta destreza? Eso no era algo que se veía todos los días según su ex-compañero.

Llevaba varios días en ese puerto, le habían pedido que se inmiscuyera en el mercado de esclavos haciéndose pasar por un ciudadano común y corriente para así observar todo lo que sucedía allí. Sus subordinados realizaban la misma tarea pero por obvias razones cada quien por su lado y con el propósito de reducir el área.

Le era demasiado incómodo andar entre el mar de gente que lo rodeaba, varios de ellos eran piratas y pudo reconocer a alguno que otro mercenario, de los cuales su rostro estaba en alguno que otro cartel de "Se busca" ;sí por el fuera ya los hubiera detenenido más las órdenes eran simplemente llevar información necesaria para después atacar y el nunca desacataría.

Dio un largo suspiro y se reacomodó un poco la ropa que llevaba puesta para mezclarse, cuando de pronto escucho como un hombre comenzaba lo que parecía ser una subasta. Se acercó atraído por la misma curiosidad y lo que se encontro no le gustó para nada.

Era una tarima donde tantos hombres como mujeres de diferentes edades estaban acomodados en una fila india para ser vendidos a los presentes, algunos vestían con escazos ropajes mientras otros permanecían completamente desnudos. Observó más detenidamente y fijó sus azulados orbes en el chico que en aquellos momentos era el "producto". No pudo evitar sentir lástima, se veía tan indefenso e inocente, además de que claramene alcanzo a visualizar su expresión de desconcierto al no saber con quien iría a dar. Tenía el cabello pelirrojo con un rulito que sobresalía a un lado; y sus ojos eran de una extraña mezcla entre café y amarillo.

-Ofrezco 25 monedas de oro- soltó de pronto, no podía dejar que algún desquiciado o pervertido se llevará al muchacho. Odiaba que hicieran eso con las personas, tratarlas como simples objetos que pueden ser vendidos o usados solo por conveniencia propia.

Miró a su alrededor como las demás personas comenzaban a elevar sus ofertas al parecer era un jóven codiaciado...

Reyhan paseaba por los puertos, habia desembarcado recientemente y despues de darle un descanso a su tripulación para que hicieran lo que les pareciera mejor con su tiempo libre, bajo del barco y se dedico a recorrer el lugar atrayendo miradas tanto curiosas como de respeto e incluso lujuria, que recibio con cierta altivez como si las diera por sentado ella era una de los grandes capitanes piratas, una de las mejores, la mejor en su propia mente y algún día mandaría sobre todos los demás, era normal que la reconocieran, su nombre unido a la imagen misteriosa que portaba con aquel antifaz siempre en sus ojos le daba un aspecto inconfundible. No necesitaba nada, así que se alejo de los puertos, mientras escuchaba el ruido de mucha gente hablando, un extraño bullicio, que siguió por mera curiosidad de seguro estaban vendiendo algo bueno.

Se acerco al mercado de esclavos, mirando al chico un italiano de lo mas hermoso... que tenia cierto parecido con aquel que había tratado de robarle a Antonio Carriedo sin éxito. Estaba hermoso, y aunque algo caro para un esclavo sabia cocinar, leer, escribir, dibujar mapas... toda una joya, y le serviría para un montón de cosas, aunque claro su principal tarea seria en la cama de la turca-ofrezco 50 monedas de oro y una sedas muy caras traídas de oriente-En cuestión de segundos uno de sus esclavos trajo varias sedas de gran belleza traídas desde el otro lado del mundo en sus comercios con china. Sonrió con arrogancia al que reconoció como un capitán real, que ya debía haberla reconocido de cualquier manera, una mirada de reto que decía que nadie se quedaba con lo que ella quería así de simple.

Había salido de su barco con intención de realizar algunas compras para terminar con la decoración del mismo. Simplemente caminaba tranquilo y de pronto terminó en aquel lugar.

-Osea, qué pésimo mal gusto...-expresó en voz alta sin importarle que pudieran oírlo.

Se trataba del mercado de esclavos. Su expresión se volvió inusualmente seria. Siempre le habían dicho que ese lugar era peligroso, pero...¿tal vez valiera la pena entrar después de todo? Hizo sonor un saco lleno de monedas que llevaba consigo. Por suerte ese día le había robado pedido prestado a su querido capitán para sus compras, asi que no iba con las manos vacías.

Entro justo a tiempo, se encontraban subastando a un chico de cabello castaño que le pareció totalmente adorable. Pero no fue sino hasta que mencionaban sus cualidades que se decidió a comprarlo, sobre todo por el hecho de que era buen cocinero. ¡Eso sí que les hacia falta en el barco!

-¡Yuhuuu!-gritó mientras alzaba la mano entusiasta para que lo notaran-¡Osea, yo ofresco 60 y como que, esta piedrita super linda que me encontré por ahí!- se trataba de un rubí.

Reyhan frunció ligeramente el ceño, cosa que no era visible a través del antifaz que cubría sus ojos, mientras observaba en intervalos regulares al capitán real y al chico rubio y extraño que había salido de la nada ofreciendo mas dinero que ella y ademas un rubí... no le habría importado ganar sola, pero el triunfo era mejor si podía quedarse con el italiano triunfando sobre la competencia algo en lo que era realmente buena después de todo, así que hizo un gesto con la mano para que algunos de sus propios esclavos trajeran dos baúles mas llenos de sedas y especias extranjeras de gran valor, unos mapas que había conseguido de un marinero español al que había apresado y un diminuto cofre lleno de joyas, que había robado de un noble europeo, después de saquear su barco. Eran buenas joyas pero valía la pena.

-Doy todo esto y 150 monedas de oro- abrió cada uno de los baúles para mostrar su contenido y luego el cofrecito lleno de joyas, consiguiendo exclamaciones de las personas que contemplaban la subasta, la mitad sorprendidos de que alguien quisiera gastar tanto por un esclavo por muy útil que fuera, y la otra mitad, aquellos que conocían la fama de la capitana turca no se mostraban sorprendidos pero si expectantes, si había llamado su atención debía ser un chico muy especial.

Ofrecían demasiado, de verdad que deseaban quedarse con el pobre chico. La del antifaz se le hacía conocida, de algún lado había oído a una persona con exactamente las mismas características físicas más no recordaba en donde, tal vez habrá sido en alguno de los informes de los capitanes de otras naves. Al parecer ella le reconoció ya que le dirigió una mirada retadora a la cual simplemente respondió con su habitual seriedad. No se iba a dejar intimidar por una pirata.

Bien, si querían competencia, entonces el les daría competencia. Evitaría que el pobre muchacho cayera en manos de alguna de las dos personas que estaban ofreciendo. Afortunadamente el era un capitán real y recibía una buena paga de parte de la corona, además están varios objetos valioso -algunos de ellos de origen extranjero- con los cuales algunos nobles pagan por realizar algún trabajo o solicitar protección para trasladar mercancía de un puerto a otro.

Hizo memoria de lo que en aquellos momentos traía en su barco y que pudiera ser de gran valor. -300 monedas, un baúl repleto de finas y costosas vasijas de porcelana traidas desde China y dos collares con incrustaciones de zafiros- Si no acababa con esto pronto seguramente se quedaría sin nada más que ofrecer.

El italiano se limitaba a observar con grandes lagrimas en los ojos todo lo que pasaba a su alrededor, se sentía cada vez más asustado e indefenso, sobre todo cuando notaba como las ofertas continuaban subiendo más y más, seguro que esas personas esperaban muchas cosas de el... quiza querrían que limpiara su enorme barco con un pequeño trapo el solito (?) o no lo dejarían comer pasta.

El había tenido esclavos tambien en otro tiempo, aunque como esclavos de palacio siempre iban bien vestidos y no se les maltrataba (al menos no hasta donde el sabía), pero se había dado cuenta de que muchas cosas no eran como el había pensado que eran. Estrañaba mucho a sus hermanas y de verdad esperaba que su hermano mayor no hubiera pasado por esto.

Lloriqueando un poco cambio su vista de la atemorizante multitud que le rodeaba, si bien eran dos o tres quienes competían por llevarselo realmente, y la redirigó hasta su vendedor, suplicando con los ojos que esa tortura terminara pronto.

Un disparo al aire atrajo la atención de los presentes, pocos habían notado que un pequeño conflicto que se desarrollaba a sus espaldas había comenzado a crecer de forma desmedida claro hasta el momento en que el capitán Carriedo había detenido todo. Pero no había previsto donde caería la bala si no hasta que el cuerpo del vendedor cayo con un ruido seco al suelo. Se movió con rapidez entre la multitud, la cual se apretujaba para darle espacio al capitán. —Ya que he el dueño ha quedado... incapacitado, creo que es mi deber terminar la subasta~ veamos que tenemos aquí— su mirada se poso en el italiano, mirándolo como si fuera mercancía.

La sonrisa normalmente resplandeciente del ibérico se volvió una fina linea sin aparente emoción. Disminuyo el paso hasta que quedo frente a la tarima donde tenían al esclavo. Lo examino por unos momentos, era extremadamente parecido a... si no fuera por que conocía demasiado a Lovino lo hubiera confundido con aquel joven que temblaba con algo que parecía temor u horror. Impulsado con los brazos subió donde se encontraba y se hinco frente a el volviendo a sonreír. —Oye pequeño, no te preocupes que iras a parar a buenas manos— miro de forma casi despectiva a quienes ofrecían verdaderas cantidades... uno a uno.

Los ojos verdes cual esmeraldas se fijaron en el joven rubio que había sido el ultimo en dar su oferta. Capitán real, pensó de forma acertada. Sabia quien era el... aun que no estaba seguro que hacia ahí. — ¡Se cierra la subasta, el esclavo se va con el grande de allá!— exclamo, sabiendo que no podía llevarlo consigo. Ayudo al italiano a levantar, si se llevaba a Feliciano con el al barco estaba seguro que Lovino se preocuparía mucho por el, demasiado tal vez, aun que no lo fuera a demostrar.

Le miraba con curiosidad, siendo apoyo para que no cayera. —Sabes, eres tan lindo como tu hermanito~ ¡Fusososo~!— le hablaba con calma y seguridad, mostrandole al anteriormente noble que no quería hacerle daño alguno. —El te llevara con tu gente, no debéis preocupar—

Dio un corto paso atras viendo con sorpresa como su ex-compañero caía al suelo y alzo la vista más asustado que antes si era posible. Observo dudoso la figura castaña que se abría paso hasta donde el estaba, parecía ser alguien importante ya que las personas se hacian a un lado para dejarle pasar. Se encogió un poco cuando lo sintió llegar a su lado pensando que iba a pegarle o algo peor. Pero volvió a alzar la vista curioso cuando lo escucho hablar.

Lo miraba con algo parecido al cariño, pero de algun modo se snetía extraño, como si ese cariño fuera destinado a alguien más. Ladeo la cabeza confundido y aun lo suficientemente atemorizado como para no decir nada. ¿Con el...grande? volteo buscando a la persona que nombraba y nego un poco al ver su expresión severa, ese hombre le daba miedo ¿No podía quedarse mejor con el? Parecía buena persona y sonrisa le gustaba (?).

¿Fratello? levantó el rostro con curiosidad y algo de anhelo, era la primera vez que oía nombrar a su hermano desde que había salido de su casa hacía ya mucho tiempo. No le quedo de otra que asentir, eran demasiadas emociones para un día y se sentía confundido y cansado. Observó ahora más con curiosidad que con temor al hombre que en delante sería su nuevo "amo".

De la nada la persona que estaba subastando al muchacho cayó al suelo, aunque no sabía con exactitud si estaba muerto o solo inconciente. Quería acercarse pero tuvo que desistirse al ver como una figura de cabello castaño subía a la tarima. Seguramente el fue quien momentos atrás había disparado y la bala perdida accidentalmente dio al otro.

Examinó al recien llegado de pies a cabeza. Lo reconoció de inmediato. Capitán pirata. Podría decirse que era alguien buscado por la mayoría de los capitanes reales, pero no hay que exagerar. Se cruzó de brazos esperando a ver que hacían con el pobre chico, el cual temblaba y lloriqueaba. Si le lo llevaba no podía hacer nada.

De pronto el capitán lo señaló y frunció un poco el ceño al escuchar lo de "el grande de allá". -Que específico- pensó Ludwig.

Caminó hasta el borde la tarima con expresión seria, no quería asustar mas al muchacho por lo que intentó relajarla pero le salía peor.-Vamos, ¿o prefieres quedarte aquí?- le extendió la mano para ayudarlo a bajar de ahí ignorando la mirada que le dirigía el de piel morena.

Se acercó más al cuerpo del español al ver que el rubio se aproximaba, se sentía como un premio a punto de ser reclamado y no le gustaba del todo esa sensación .... Observó con duda la mano que se extendía ante el.

Por un segundo se mordió el labio indeciso antes de decidirse a tomar su mano, parecía que estaba haciendo un esfuerzo por ser amable y eso le inspiró confianza, le dedico una pequeña sonrisa al castaño antes de bajar de la plataforma en que estaba trepado mientras aferraba con fuerza la mano del alemán Vamos... le dirigió una última mirada a Antonio, estaba seguro de haberlo oído decir algo sobre su hermano, pero parecía que no había tiempo en ese momento para averiguarlo.

Salieron rápidamente de aquel lugar, no sin antes claro haber entregado el dinero y lo que habia prometido. Se alegraba de saber que el chico ahora estaba a salvo, bueno no totalmente pero preferible a algunos de esos otros que intentaban comprarlo. Notó las aun frescas lágrimas de miedo surcando sus mejillas. Sacó de su gabán un pequeño pañuelo y se lo paso

-Ten- le dijo con algo de sequedad, aunque trato de usar un tono más amable, pero le falló. Se aclaró la garganta y preguntó -...Y bien...¿Cuál es tu nombre?- ¿Cómo era posible comandar a una tripulación completa, pero le era difícil tener una simple conversación casual?

Levanto el rostro viendolo con sorpresa cuando le paso el pañuelo vee~? aun así no dudo en aceptarlo y limpiarse la cara con cuidado, como buen italiano tenía que procurar estar presentable siempre (?) Grazie le dirigió una tímida sonrisa, empezaba a sentirse un poco más en confianza.

Feliciano... dudo un momento, no sabía si debería decirle su apellido o cual sería la forma más apropiada de llamarlo ..Me dicen Veneciano y me gusta la pasta guardo silencio un momento mientras alzaba el rostro para verlo, como estudiandolo ...amo volvió a bajar la cabeza, no parecía mala persona pero valía más prevenir, al menos por ahora.

¿Amo?... No le gusto aquella palabra, el no usaría a ese muchacho como esclavo. Era alguien con principios y tratar a una persona de esa forma en muchos sentidos le era estúpido, además de degradante y mezquino. Si es un Capitán Real, será por algo, ¿o no?

-No tienes porque llamarme amo...- Le dijo tranquilo soltando al final de la frase un ligero suspiro -... Puedes decirme Capitán o Ludwig- no muchas personas lo llamaban por su nombre, solo aquellas con las que había formado algún vínculo muy fuerte, pero lo que quería era ganarse la confianza del chico, así que haría una excepción esta vez.

-Vayamos al barco, pronto dejaremos puerto- Dijo mientras observaba la hora en un viejo y valioso reloj de bolsillo. Al ver a Feliciano con la cabeza agachada no pudo evitar ponerle una mano en el cabello como animándolo y al notar su propia acción un ligero sonrojo le apareció en el rostro, no era alguien acostumbrado a dar ese tipo de afecto.

Elevo el rostro volteandolo a ver sorprendido Ludwig desde que dejara su casa no había llamado a nadie por su nombre, al menos no enfrente de ellos. Que el rubio le permitiera hacerlo lo hacía sumamente feíz, asintió entusiasmado mientras retomaba el paso a su lado.

Sintió la mano sobre su cabeza y levanto el rostro un poco confundido por la acción, no entendió del todo porque su...Ludwig se había sonrojado pero no podía negar que se veía muy bien de esa manera. Sonrió alegremente mientras sus propias mejillas se teñían muy suavemente de carmín ¿A donde vamos? casi tenía que correr para poder seguirle el paso, pero aun así iba a su lado mirandolo sonriente.

Se sintió sumamente estúpido por la acción realizada y al notar el calorcillo de sus mejillas se cubrió con la mano, disimulando que se cubría del intenso sol. Observó por encima de su hombro para ver al chico de cabello castaño casi corriendo para seguirle el paso. Desaceleró su andar, en aquellos momentos no tenía porque apresurse, seguramente los demás andaban por allí y aun no era tiempo de encontrarse en el barco.

-Primero deberíamos buscarte mejor ropa- Comentó tranquilamente y con su expresión seria mientras señalaba lo que llevaba puesto con la mirada. Tal vez ese puerto no fuera el mejor para comprar, pero al menos podrían encontrar algo mas o menos decente. -Y después no iremos lejos de aquí- Habló casi en un susurro que no supo si el otro escuchó.

-Por aquí- Señaló un pequeño establecimiento lleno de todo tipo de cosas. Saludó cortesmente a la mujer que atendia el lugar y pidió a Feliciano que le ayudará a buscar.

Asintió a su idea entusiasmado, algo de buena ropa sonaba bien, ahora que el otro había disminuido la velocidad podía ver los puestos que había a su alrededor mientras caminaba, siempre había sido alguien curioso y ver las cosas que se ponían a la venta era divertido.

No escuchó su susurro pero tampoco parecía importante, ahora se sentía un poco más confiado y la idea de salir a buscar aventuras con Ludwig no parecía tan mala, sobre todo si siempre iba a ser así de amable con el Vamos entonces vee~ se dejo guiar hasta un puesto donde tenían muy variadas chucherias y se puso a esculcar buscando algo que le agradara.

Ludwig se acercó de regreso al rubio llevando varios trapos en las manos Creo que es lo único de mi talla lo extendio para que pudiera verlo. Era un vestido verde largo con todo y delantal y lo que parecia una pañoleta para la cabeza Es lindo vee~ tenía las mejillas ligeramente coloreadas, una sonrisa en el rostro y los ojos lo veían curiosos por saber lo que pensaba.

Demasiadas cosas y tan poco de donde escoger. La ropa o era muy grande o muy pequeña. Mientras continuaba buscando la voz de Feliciano le hizo voltear y toparse justo de frente con un vestido color verde. No proceso el mensaje hasta después de unos segundos.

-N-no creo que sea apropiado que uses un vestido- Contesto inmediatamente -Además... eres hombre, ¿o no?- ¿Acaso se habría confundido y no era él sino ella? Su mente divagó un poco en las posibilidades de que aquello fuera verdad. Odiaba no prestar la mas mínima atención a los pequeños detalles. La duda lo estaba carcomiendo.

La mujer que atendía el puesto observaba con curiosidad. Ludwig la ignoró, pero eso no impedía ponerse nervioso aunque por fuera mantenía la compostura... sin embargo, ¿por qué de pronto Feliciano le recordó a alguien? No estaba muy seguro, pero a su mente llegó la imagen de una pequeña niña y después una punzada. -Mejor vamos a ver otro lugar- Dijo posando una mano en la frente como si se sintiera cansado para que el chico no notara lo sucedido.

Lo miro curioso, ¿Porque se habría puesto tan nervioso? Soy hombre afirmo mientras asentía con la cabeza, pero no entendía del todo porque era malo, cuando era pequeño su hermana mayor llego a ponerle vestidos para que jugara con ella y con Isabell... aunque sus padres siempre se moletaban cuando sucedía.

Dejo el vestido en su lugar con algo de reticencia, pese a todo era bonito Vamos ignoro olimpicamente a la señora del puesto que los veía con algo de molestia por haber "manoseado" su mercancía e irse sin comprar nada ¿A donde vamos ahora? había muchos puestos diferentes a lo largo de la calzada y gente que transitaba de un lado a otro. Con algo de miedo a separarse se agarro de su manga con una mano, apretando la tela entre sus dedos buscando no separarse.

Caminaron un poco más observando varias tiendas, sin embargo era demasiado dificil caminar entre el tumulto de personas que iban de aqui para alla y sin cuidado alguno. En algún momento Ludwig soltó una maldición en alemán. Mientras tanto Feliciano hacia lo posible para no separarse e incluso le sostuvo de la manga, a lo que el accedió.

-Elijamos una al azar- Dijo al muchacho en voz alta para que lo escuchase entre aquel barullo. Lo único que deseaba era salir del mar de gente y refugiarse en alguno de los establecimientos.

Sin embargo de un momento a otro y ya poniendo un pie dentro del negocio elegido por el capitán se dio cuenta que Feliciano había desaparecido. Con la mirada recorrió toda el área que le era posible: nada. "A lo mejor se quedo viendo en algún otro lugar" pensó preocupado, por supuesto, ese puerto estaba lleno de todo tipo de personas y nunca se sabe de lo que son capaces.

Se sintió aliviado de que el otro no rechazara su agarre, le daba miedo perderse entre el mar de gente. Se repego un poco más contra el, pero sus efuerzos fueron inutiles, para cuando se fue a dar cuenta sintió que era jaloneado y termino tropezandose, se soltó de Ludwig sin que aquel se diera cuenta, pero al parecer para buena suerte tambien se había soltado de la persona que lo había jalado.

¿Y ahora que hago vee~? se puso de pie lo más aprisa que pudo, viendo a todos lados tratando de localizar a su rubio capitan, pero no se le veía por ningun lado. Pensó que quiza era su oportunidad de ser libre y buscar a su hermano... pero no podía hacerle eso a Lud... después de todo se había portado bien con el...y había pagado mucho dinero para tenerle.

Se sintió un poco frustrado y sin saber exactamente que hacer, tenía años que no tomaba ninguna decisión por su cuenta... si es que alguna vez lo había hecho.Temblando y con ganas de llorar se hizo hacía una de las orillas, mirando aun a todos lados, pero no se veían rastros de su amo. Quizá si entraba a una de las tiendas... se sunponía que buscaban ropa para el, tal vez así podría encontrarlo.

Se apresuro a entrar a la tienda más cercana que había, tenían mucha ropa y otras cosas, pero al parecer prendas era lo principal que vendían, se entretuvo revolviendo en busca de algo de su talla y agrado.

Espero un poco, por si se había quedado atrás. Cinco minutos y nada. Quedarse allí parado no era un gran opción, esperar a que pasase un milagro frente a sus narices o algo por el estilo sonaba patético e ilógico. Como un capitán ejemplar dejar a alguno de sus camaradas rezagado, era innaceptable. Así que decidió adentrarse de nueva cuenta entre la gente.

Revisó varios establecimientos e incluso los repitió, por si de casualidad no había revisado bien o Feliciano entró justo después de él...

Unos locales más tarde. Ludwig comenzaba a hartarse, parecía que jugaban a las escondidas. Hasta que a lo lejos, una cabellera castaña junto con un gracioso rulito captó su atención. Caminó dando zancadas largas sin tener cuidado con las personas que iban en sentido contrario al de él y quienes lo fulminaban con la mirada.

-¡Feliciano!- Elevó la voz para que el otro volteara y estando cerca lo tomó por la muñeca un tanto agresivo -¡No vuelvas a separarte, no sabes de lo que la gente es capaz en estos lugares! ¿Entendiste?- Le reprochó molesto. Al parecer se anduvo paseando por allí como si todo fuera de lo más lindo.

Se sobresalto un poco cuando oyó su nombre pronunciado con enfando y como acto reflejo se encogió un poco sobre si mismo, después una mano sujetando su muñeca con fuerza y la misma voz gritandole.

Lo siento, lo siento, lo siento se disculpo lo más velozmente que podía hablar mientras se encogía aun más sobre si mismo y sus ojo se llenaban de lagrimas. Algo había hecho mal, quizá debió tratar de encontrarlo... o quizá estaba molesto porque debio ir con ese hombre que lo tironeaba Hare caso lo juro, de veras.

Se giro a ver a su capitan mientras estrujaba con las manos un pantalón café que acababa de encontrar Iré con quien quieras pero no me pegues amo algunas lagrimas bajaron por sus mejillas.

Por unos instantes había perdido el control. Olvido completamente que no estaba reprochando a uno de sus subordinados por una tontería cometida. A quien tenía frente era nada más y nada menos que Feliciano, quien no tenía la culpa de haberse perdido entre aquella masa humana y desde un principio pensó en no darle la satisfacción a un peligroso pirata de llevárselo y hacer con el lo que quisiera, por ello lo había salvado. Sin embargo ahora el es quien lo está lastimando.

-Feli... Yo...- Buscó las palabras correctas, pero le era imposible comunicarlas como el quería. La seriedad y frialdad en su voz hacian ver a la disculpa una farsa, como si se estuviera burlando del muchacho.

Suavizó su agarre y lo llevó fuera de aquella calle atestada de personas. Cuando por fin encontraron un poco de calma, Ludwig se volteó y lo miró directamente, aunque Feliciano mantenía la mirada baja y las mejillas mojadas por las recientes lágrimas. Suspiró, se sentía avergonzado por gritarle de esa manera. - Feliciano, discúlpame- Al menos pudo decirlo sin titubeos. -No debí alzar la voz de esa manera, es la fuerza de costumbre, como capitán tengo que controlar y ordenar a toda una tripulación...- Se explicó

-...Además, jamás te haría daño- Esperó una respuesta del más bajo, el cual aun se mantenía callado.-Y por favor no te refieras a mi como amo- Concluyó desviando las orbes azuladas.

-Al menos encontraste algo- Comentó intentando romper la barrera de hielo que entre ambos se había formado, algo no muy común en él, ya que era de pocas palabras y a veces las conversaciones no eran lo suyo

Se quedo estatico en su lugar, no sabía que debería hacer para que no le pegaran, quiza.. no escuchó las palabras del rubio, hasta que este lo jalo suavemente para sacarlo de ahí. Se dejo guiar sin oponer resistencia, quizá lo iba a devolver, y seguro que se lo merecía, pero eso no hacía más agradable la idea.

Cuando se detuvieron, mantuvo la cabeza gacha, a la espera de más instrucciones, había dejado de llorar, pero aun temblaba ligeramente y uno que otro hipido abanadonaba su boca. ...Alzó la vista sorprendido por sus palabras, ¿se estaba disculpando? Asintió ligeramente a sus palabras, quería creerle, en verdad quería hacerlo, pero le habían mentido tantas veces.

Lo vio desviar la mirada y pedirle nuevamente que no le llamara amo, de alguna manera le pareció que ese hombre de apariencia grande y fuerte (?) se veía extrañamente desvalido en ese momento. Y cuando hizo referencia a la prenda que aun sostenía en las manos no pudo resistirlo más y se dejo ir a sus brazos.

Creo que si me quedan se abrazo a el rodeando su toraz por debajo de sus brazos, tratando al mismo tiempo de calmarlo y de calmarse a si mismo, porque de verdad quería quedarse con el, se mordio un poco el labio dudando un ultimo momento, pero la expresión avergonzada del capitan era más que suficiente para darse cuenta que era un hombre y que no iba a hacerle daño.