subastando a un finlandes(libre berwald/soren y el que quiera a tino(?))

Era un día como cualquier otro en el mercado de esclavos, o al menos lo seria de no ser por la mercancía nueva, un montón de chicos y chicas atados con cadenas en brazos y tobillos y completamente desnudos para el mayor disfrute de quien les mirara, y por supuesto para que los compradores vieran aquello por lo que estaban ofertando su dinero, exponiendo a los esclavos de la forma mas humillante posible. El finlandes salio de las tripas del barco, cerrando los ojos al enfrentarse con la luz del sol, cuando la única fuente de luz a la que estaba acostumbrado era a la luz de una vela, llevada por su antiguo guardia a la mazmorra donde le tenían cautivo. Toda una vida de encierro, sin permitirle ver aquel mágico y maravilloso mundo exterior, y cuando por fin podía salir, y estar en el mundo, ser parte de el recibir los rayos del sol y sentir la brisa marina en su rostro era tan solo para ser entregado a un tipo de esclavitud diferente ¿no es irónica la vida? miro a su alrededor tratando de observar un poco de aquel continente extraño cuando recibió un par de buenos azotes en el trasero, que lo hicieron asustarse y gimotear, ganándose uno mas fuerte que le enseño a permanecer en silencio si es que no quería ser maltratado. No podían hacerle sangrar porque nadie quería un esclavo lastimado, pero aquellos látigos de cuero eran muy dolorosos.

Los esclavos caminaron hacia la tarima, uno detrás del otro, y esperaron mientras comenzaba la subasta, antes de la cual fue sometido a un humillante examen de sus cavidades, su boca, sus dientes, su trasero, incluso su miembro y el tamaño que podría conseguir una vez erecto. Con todo aquello el pobre chico estaba muy asustado, temblando por el miedo y conteniendo a duras penas el torrente de lagrimas que pugnaba por salir de sus ojos, mientras se quedaba sin aliento y era llevado a la tarima por dos hombres que abrieron sus piernas obligandolo a mostrar cada centímetro de su ser ante la multitud, que se entusiasmo enseguida al ver la expresión desamparada del chico. El vendedor empezó a hablar d sus cualidades, señalando lo adorable que era, lo suave lo apretado que debía ser, que por supuesto su entrada era total y completamente virgen y un montón de cosas mas que tino no entendió por estar paralizado por el miedo, y deseando que esa pesadilla acabara pronto, atreviéndose a mirar de reojo a la multitud compuesta de mercenarios, piratas y bandidos de toda calaña, las cosas no marchaban bien para el.

El lugar estaba lleno, una nueva embarcación llena de esclavos había llegado haciendo que para pronto llegaran todo tipo de personas, piratas, nobles y sus sirvientes, corsarios como él, etc. Muchos exclamaban por los nuevos “productos” en especial por el primero que habían presentado.

Al corsario le llamo la atención toda la algarabía que hacían las personas. Supuso que la calidad de los esclavos había mejorado mucho, tanto en lo que podían hacer como en la apariencia física. No necesitaba más sirvientes, tenia a muchos piratas y hombres que vendieron su alma a él hacia ya mucho tiempo, pero la curiosidad de saber por que se debía tanto alboroto lo venció y finalmente empezó a caminar hacia el estrado. Sus paso tan pesados hicieron que las personas voltearan y al ver su sonrisa tan torcida y su mirada podrida hizo que las personas le abrieran paso. Camino entre el camino libre de personas y miro al chico que ofrecían.

Su mirada examino completamente el cuerpo del otro y pudo notar el pánico y terror que tenia el otro al ser expuesto de esa manera tan poco humana. Se relamió los labios y miro al vendedor que con tan solo sentir la mirada del corsario ruso flaqueo las rodillas – ¿Cuál es el precio de este esclavo? – pregunto con una voz aterciopelada-

Caminaba por las calles que conformaban aquel mercado, habían tocado puerto esa misma mañana y luego de ocuparse de los asuntos más urgentes, había asignado guardias para su barco, y bajado a recorrer el lugar. Despues de todo, como capitan era parte de su trabajo estar bien informado de lo que acontecia en los lugares a los que llegaban.

Vio que una gran cantidad de personas se reunian en torno a una tarima, ¿que sería lo que estaban vendiendo? Se acerco con curiosidad para ver como subían a varios jovenes desnudos al lugar. Al parecer se trataba de una venta de esclavos, estaba por darse media vuelta para irse cuando noto mejor al rubio que estaban exhibiendo en ese momento. Angotó los ojos, examinadolo con cuidado, se veía realmente exquisito.

Con una sonrisa de satisfacción se dio media vuelta y se encamino hasta el frente de la multitud que rodeaba la tarima, quien sabe, quiza el pequeño pudiera serle útil. Giró la mirada alrededor, buscando las personas que pudieran estar interesadas y fijo sus ojos en el peliplata de aspecto peligroso que acababa de hablar.

Parece ser que esto se podra interesante... se dijo a si mismo mientras tanteaba la bolsa de cuero que llevaba atada al cinto, esperando por la respuesta del vendedor.

No era del tipo de lugares que solía frecuentar. Si estaba ahí, fue porque vio al idiota de su capitán entrar e iba a vigilar que no se metiera en algún problema como siempre hacía.

Se sentía inmensamente incómodo y a cada instante se repetía que no debía de estar ahí. Sin querer, si expresión se tornó aún más severa, asustando a algunos de los potenciales compradores ahí presentes y que no dudaron en abrirle paso hasta al frente. Realmente lo único que quería era encontrar al inútil de su capitan y sacarlo de ahí antes que pudiera hacer alguna tontería. No dudaba que pudiera intentar comprar algún esclavo solo para ser llamado "amo".

Levantó la mirada sin poder evitarlo y contempló a los pobres chicos que eran mostrados como cualquier mercancia sobre la tarima. Se trataba de esclavos potenciales que esperaban ser comprados. Echó un rápido vistazo a su alrededor y palideció al pensar en el destino cruel que les esperaba.

Su atención la atrajo el joven al que presentaban. Parecía que estaba a punto de echarse a llorar y no podía culparlo. Apretó un puño con fuerza y su preocupación se hizo mayor cuando vio que un hombre bastante..."sospechoso" se dirigía al vendedor. Sabía que estaba mal juzgar sin conocer, pero por alguna extraña razón le produjo escalofríos.

De manera inconciente, levantó la mano para llamar la atención, dispuesto a intervenir. Haría todo lo posible y tal vez más para impedir que aquel desconocido se llevara al pobre chico.

El pobre Tino estaba prisionero entre los sujetos que lo trataban como un saco de papas, pellizcandolo, metiendo los dedos donde no debían para exaltar a la multitud que parecía disfrutar de las lagrimas del niño y su sufrimiento abriendo sus piernas para que contemplaran su miembro, volteándolo para que vieran su trasero... todo lo cual tenia a un chico tan sensible como el a punto de sufrir un colapso, casi, solo casi extrañando el encierro pacifico y oscuro en el que había vivido hasta entonces, temía por lo que pudiera sucederle, y en manos de quien iría a parar, puesto que en el trayecto le habían "educado" e informado de lo que le harían y de que como esclavo era su deber obedecer todos y cada uno de los mandatos de su amo, importando poco si le gustaba o no, podían mandarle a hacer cualquier cosa.

-Sera una subasta, y la oferta comienza con 25 piezas de plata, ¡pueden comenzara ofertar!-el vendedor esperaba bastantes ofertas por aquel niño tan delicioso, tan inocente, y por sobretodo tan sensible, pues el menor contacto con su piel desnuda hacia que sufriera violentos espasmos de placer, para el vendedor aquel niño que se decía tan inocente, no era mas que un animal sucio, igual que los otros, que se estremecía cada vez que recibía una caricia. Tino miro a tres hombres que se destacaron de entre los demás, y que por lo visto uno lo acabaría comprando. Un sujeto con cara de psicópata por la seriedad que tenia, uno con cara de violador, y otro que parecía un monstruo salido de los abismos del infierno, y ante las perspectivas de un futuro tan oscuro rompió a llorar ahí mismo.

Sonrió un poco al notar a la persona que se acababa de acercar, no le sorprendía en nada ver a su subordinado ahí, más bien al contrario, lo raro era que hubiera demorado tanto en llegar. Lo saludo con una enorme sonrisa en los labios a sabiendas que eso lo exasperaba, antes de volver su atención a la tarima, parecía que el pobre chico estaba apunto de llorar y no era para menos...brevemente se alegro de no estar en esa situación.

Treinta de plata ofreció alzando la mano para que el vendedor lo notara. Quizá debió esperar un poco antes de ofertar, pero eso de planear no era lo suyo, además quería dejar en claro que estaba interesado en ese esclavo y cuando le interesaba era dificil, muy dificil quitarselo de la cabeza, esbozo una sonrisa maliciosa mirando detenidamente al pequeño rubio.

Observo a los otros dos que estaban interesados en el esclavo. No pensaba en tenerlo, pero en cuanto miro competencia salio en el esa gran competitividad en el, no era quien perdia y mucho menos ofreciendo algo para un esclavo. Tenia mucho dinero o tambien tenia muchas otras formas de poseerlos. Sonrio de forma tan torcida que hasta el más rudo se habia asustado. ¿Tan poco valia? debia ser una broma. Tanteo en su chaqueta una bolsa de monedas.

La oferta que lanzo el otro, no era nada. Alzo la mano entre todos llamando la atencion del que subastaba a aquel chico - 50 piezas de oro ...-no eran nada, podia reponerlas y para lo mucho que podria usar a ese chico lo valia.

Su enfado por la oferta inicial del danés se vio inmediatamente opacado en cuanto el otro desconocido que también estaba en la subasta comenzó a pelear para poder comprar al pobre ojivioleta, quien para ese entonces ya estaba tan asustado que había comenzado a llorar. Definitivamente no podía permitir que se fuera con ese tipo, parecía muy sospechoso y...peligroso era decir poco. No sabía porque, pero cada vez que lo veía o al escuchaba hablar le producía escalofríos. Sin mencionar que la idea de verlo como "propiedad" de su capitán tampoco le agradaba en lo más mínimo.

Levantó la mano nuevamente para llamar la atención, puesto que la oferta tan alta del otro tipo desató una serie de murmullos y cuchicheos, no podían creer que alguien estuviera dispuesto a pagar tanto por un esclavo. Esbozó una pequeña sonrisa. Cuando de pequeño escapó de su casa no lo hizo con las manos vacías, y si algo lo caracterizaba, era que siempre pensaba todo con cuidado antes de actuar.

-65 p'ezas-dijo intentando sonar lo más claro posible y hacerse oír entre los demás.

Un viaje al “nuevo mundo”… Sonaría a un sueño para los niños, una hazaña para los adultos… ¿Y es así? Pues no, para nada. Aquél día el viaje había sido por razones caprichosas de la Capitana, quien sentía intriga e interés sobre comprar un esclavo. Llegó en momento justo, niñitos “nuevecitos” acababan de llegar a las costas, por lo que no podía perderse ese momento – ¡Oi, sarnosos! – Le llamó a sus tripulantes, como siempre solía hacerlo o al menos la mayoría de las veces – ¡Será mejor que los vea en el mercado antes de que llegue o ya se las verán! – Amenazó, apuntando su querida ancla con el pulgar al tiempo que saltaba del barco al puerto con facilidad y sin miedo alguno, importándole además un comino el hecho de que llevara falda en esos momentos. Corrió raudamente al lugar, a pesar del peso no era para nada lenta, todo lo contrario, por lo que al llegar sus tripulantes no dudó en lanzarles el ancla encima, mientras profería un severo “Cuídenla, o los mato” Claramente no se trataba de una hipérbole ni un chiste, a pesar de que lo decía con un tono casi bromista, ya que era capaz de asesinarlos en un pispas sin problemas, ni remordimientos. Era una pirata después de todo ¿no?

El lugar estaba lleno, como era de esperarse, y en ese momento estaban exhibiendo a joven de rubia cabellera como si fuera una estatua. Lo giraban, le abrían las piernas e incluso toqueteaban el miembro para, probablemente, demostrar su potencia sexual –Vaya exhibición…– Murmuró por lo bajo, lo hacían parecer un juguetico erótico para pervertidos que otra cosa. Incluso, lo maltrataban físicamente a latigazos, según podía deducir de las marcas delgadas y rojizas de la espalda del finlandés. Finalmente, el horrendo vendedor se paró en un pedestal de madera y anunció el inicio de la subasta con un precio inicial de… ¡¿25 piezas de plata?! – ¡¿Qué mier..?! ¡Eso no es nada! – Exclamó en voz baja. O era una de esas ofertas anuales o los esclavos esos eran unos inútiles… O bien los menospreciaban, pero en fin, la morena no era lo suficientemente “buena”, por decirlo de alguna manera, como para pensar en ello como una posible razón.

–Treinta de plata– Escuchó a un hombre ofrecer. Definitivamente se le sería muy fácil ganar la subasta ofreciendo unos… ¿Ciento cincuenta de plata? Conocía a esa gente, alguien que “derrocha” el dinero ofrecería eso, ya que era el séxtuple del inicio, pero no era su caso, ya que como pirata lo recuperaría fácil. “Poder, oh si…~” No pudo evitar que esa frase se le viniera a la cabeza. No tenía muchas razones para quedarse, pero algo le decía que lo mejor era que lo hiciera.

–Cincuenta piezas de oro– Escuchó –Sesenta y cinco piezas– Percibió luego. ¡¿Tan rápido subió la oferta?! Esto se ponía bueno, o era un idiota el que lo decía, o un noble adinerado, o simplemente alguien en las mismas condiciones que ella. En ese caso, con tal de conseguir al esclavo, las ofertas subirían aún más. –Dinero simple y fácil…– Susurró con una mirada maliciosa en el rostro, tenía un plan para sacarle el jugo a esos postores. Emitió un leve silbido, aparentemente sin significado, pero la verdad era algo “clave” entre piratas, más específicamente… Bomba

Un pirata, pólvora, una bomba y fuego. Eso fue todo lo que necesitaba por el momento. Se movió entre las personas hasta llegar cerca del pedestal de madera, un acto en código mas y… ¡BOOM! La bomba, por pequeña que fuese, explotó sonoramente sin destruir mucho, pero si causando una conmoción. En eso, aprovechó para noquear al vendedor, tirarlo con los esclavos en espera de ser exhibidos y pararse en el lugar donde antes estaba el, haciendo como si nada –Bien, bien, damas y caballeros– Inició a hablar –No dejemos que este pequeño “percance” impida que la subasta continúe– Dio un paso hacia atrás y miró a quienes ofrecían el dinero, un pirata, otro hombre y… Soren Köller, uno de los seis Capitanes Piratas –Ahora, repasemos. Todo inició con 25 piezas de plata por este joven esclavo, luego treinta, cincuenta de oro, y ahora sesenta y seis de estas ¿Alguien ofrece más o le damos su “premio” al caballero? – Dijo sonriente, casi burlona, disfrutando de las miradas perplejas de varios ofertantes que no sabían si ofrecer más o dejarle a los tres aparentemente más interesados disputar por el chico. Por el rabillo del ojo, Murasa miró a la “mercancía” en cuestión, estaba asustado, quizás de que, pero eso pronto terminaría ¿O acababa de empezar nada más?

Vaya que a esas personas les gustaba jugar fuerte, las pujas habían subido con extraordinaria rapidez. Se había sorprendido cuando escuchó la voz de su subordinado, pero luego recordo que tenía la manía de seguirlo a todas partes... seguramente sus celos hablando.

Apretó contra su cuerpo la bolsa del dinero y tanto su hacha cuando sintió la explosión, no sería la primera vez que alguien usa alguno de esos trucos para tratar de robar dinero ajeno (que el lo hubiera hecho un par de veces era asunto a parte), cuando el humo se disipo se dio cuenta que muchos de los compradores se habían ido y sonrió eso eliminaba a la competencia más débil y le dejaba a el a los fuertes, simplemente perfecto.

Volteo al estrado al oír una voz de mujer y se sorprendio al ver quien lo ocupaba ahora, era la capitana...la capitana... bueno no recordaba su nombre pero sabía que era uno de los seis. Se encogió de hombros no importaba quien fuera el vendedor mientras pudiera llevarse el premio a casa.

Ochenta de oro y las treinta de plata de un inicio Hablo alzando la vo y mirando con reto a las otras dos personas involucradas.

¿Una exploción? Nada para él. Sonrio escuchando las propuestas de sus contrincantes. Tanteo su bolsa, muy pesada, muy llena, debia tener muchas cosas ahí adentro. Sonrio con sorna mirando al muchachito, ¿valdria la pena tenele? Tal vez si lo usaba como algún sirviente exclusivamente personal serviiria. Se relamio los labios asustando a varias personas por la sonrisa que puso.

- Docientas piezas de oro y ciento cincuenta de plata, da~ -canturreo, le quedaba mucho dinero, y el realmente queria tener a ese esclavo. Se veia interesante.

Se sobresaltó un poco por la repentina explosión, pero igual no se movió de su sitio y en cambio esperó a que la mujer llegara al frente. Le tomó un poco reconocerla pero finalmente la identificó como otra capitana pirata. No tuvo tiempo de seguir pensando en ello y frunció el ceño para hacer evidente su molestia por la oferta del tipo de la bufanda y nuevamente centró su atención en el desconsolado ojivioleta. No iba a dejarlo ahí, pero estaba claro que aquel sujeto no pensaba renunciar tan fácil. Maldijo por lo bajo por lo que estaba a punto de hacer, pero en verdad pensó que era la forma más segura para ganar en la subasta.

-S'ren...-se acercó a su capitán, tratando de sonar lo más neutro posible a pesar de que por dentro le disgustaba enormemente tener que recurrir a él-Al'anza-no pidió, exigió que se unieran para comprar al esclavo. Le entregó la bolsa con el dinero que llevaba: cien piezas de plata y doscientas de oro, más otra cosa que valía mucho más que lo anterior: el anillo que alguna vez lo hubiera identificado como símbolo de su familia.

Frunció el ceño cuando escuchó la oferta del mercenario, aquello le parecía demasiado por un esclavo, estaba sopesando si valía la pena continuar con la "pelea" cuando vio al sueco acercarse a el. Se sorprendio enormemente cuando primero lo llamo por su nombre y después le pidio alianza.

Sve... Era bastante obvio que quería al esclavo, de eso no era muy dificil darse cuenta, pero ¿que le llevara incluso el anillo de su familia? El sabía lo mucho que atesoraba el menor eso, lo había descubierto a la mala en alguna ocación cuando más jóvenes. Lo miro un momento con duda, pero solo encontro determinación en sus ojos. hvis du insisterer Se encogió de hombros como restandole importancia, si bien el tambien estaba reacio más de lo que estaba dispuesto a admitir a permitir que el otro se llevara al esclavo.

Trecientas piezas de oro y ciento treinta de plata No iba a mencionar el anillo aun, verían primero si lograban conseguirlo con efectivo, además el mismo guardaba aun un as bajo la manga, si bien no era mucho, de algo tendría que ayudar y ya se encargaría de cobrarle al sueco... y al finlanes lo que había gastado ese día


*Ya que insistes

Apenas esperó a que su capitán le informara estaba de acuerdo e hiciera de acuerdo, para escabullirse tan silenciosa y sigilosamente como le fue posible hasta la improvisada tarima donde tenían a los esclavos. No fue tarea sencilla, alguien como su tamaño llamaba mucho la atención, y además sabía muy bien que Soren no dudaría en cobrárselas muy caro por lo que iba a hacer...

Aprovechó seguían ocupados con las ofertas de la subasta y se acercó al pobre y asustado chico en cuestión. Le tocó el hombro para llamar su atención y luego se llevó el dedo índice a los labios como pidiendo silencio. Porque sí, sabía que seguramente estaba muy asustado y la expresión de su rostro no era lo más adecuada para calmarlo. Pero aún así buscó infundirle algo de seguridad y confianza de que no pensaba dañarlo.

Estaba encadenado de manos y pies, obvio le sería muy difícil moverse, así que pensó lo mejor sería llevarlo cargando. En el instante que el danés hizo la oferta, jaló al asustado ojivioleta, lo tomó entre sus brazos y corrió hasta la salida de aquel lugar lo más rápido que pudo, obviamente encontrándose con algo de resistencia de por medio, porque claro no permitirían que se llevara a un esclavo así como así. Pero no sería mayor problema, confiaba en que era más fuerte que ellos a pesar de ser superado en número.

-T'do va a e'tar b'en...-le susurró al oído mientras lo bajaba con cuidado y luego sacaba su espada, dispuesto a abrirse paso a la fuerza de ser necesario.

Spoiler:

Durante todo ese tiempo, Tino se había mantenido lloriqueando en silencio frotándose el rostro cuando las lagrimas nublaban su visión, y enrojeciéndose la cara, dando un aspecto en verdad terrible, y es que no le faltaban motivos para ello considerando lo negro del futuro que se abría antes sus ojos: tres hombres que no dejaban de ofrecer dinero por el como si fuera un objeto o algo parecido, y los tres... pues tenían un mal aspecto y le daban mala espina, temía que le trataran a los golpes, o que acabara como esclavo de algún galeón pirata, como en los cuentos que leía en su cautiverio, historias de piratas, llenas de aventura, paisajes exóticos y libertad... para los piratas mientras siempre había un sirviente que se pasaba fregando cubiertas, comiendo pan duro y siendo tratado a las patadas por sus amos, y ese destino no le gustaba lo que se decía nada, le ponía nervioso después de todo era solo un niño y uno muy sensible, al que no le gustaban los maltratos. Le asustaba la situación en si mas que los involucrados en ella y sus implicaciones a futuro.

Cuando pensaba que se iba a desmayar, que no había nada que pudiera hacer para evitar que le ocurriera lo peor, el tipo grandote de los lentes toco su hombro para llamar su atención y le hizo una señal para que se callara, que comprendió y obedeció al instante incluso si era por simple curiosidad, para saber que quería con el. De pronto estaba entre sus brazos, el tipo lo había cargado y corría hacia la ... ¿salida? ¿es que quería salvarlo? incluso si aquello no era mas que un gesto egoísta de su parte, incluso si lo quería solo para el, y le haría su esclavo de todas formas eso significaba que era una buena persona, un buen tipo, y sintió que podía confiar en el-p-porfavor... ten cuidado!!-el grito fue por un sujeto que estaba a espaldas del danes, y quería atacarlo a traición. enojado por aquel ataque rastrero a la única persona que había sido amable con el, se incorporo a los hombros del mayor y le soltó un puñetazo al sujeto tirándolo al suelo. Tino era bastante fuerte, una lastima que nunca se diera cuenta de ello.

Estúpido arrogante que no piensa antes de actuar ... bien, no no se referia a si mismo, una enorme sonrisa ilumino su rostro, así que iban a pelear, bien eso le ahorraría el dinero y seguramente le divertiría un rato.

Se apresuro a unirse a su subordinado en la lucha, le sorprendía un poco la cantidad de soldados que parecía haber al rededor, escuchó el grito del pequeño esclavo (?) pero antes de que pudiera hacer nada, este ya lo hbaía noqueado con un fuerte golpe. Es bravo Sve comentó divertido a su compañero viendo la situación.

Fue fácil terminar con los que quedaban por ahí, especialmente porque luego de los primeros minutos de lucha muchos se habían acobardado, entre los dos piratas tamaño familiar y el esclavo que pegaba duro no parecía que fueran a tener muchas oportunidades.

Y nosotros nos vamos se despidió casi cortesmente de la poca gente que aun observaba la escena antes de dejar caer su gabardina sobre el rubio menor, tomarlo en brazos y salir corriendo antes que algo más pasara, sabía que el sueco no dudaría en seguirlos ... por más de un motivo. Rió alegremente antes de detenerse a una distancia más o menos considerable del lugar de los hechos.

Vamos a tener que arreglar cuentas fingió fulminar con la mirada a sus dos compañantes Sabes que eso de tomar y correr no me gusta si no soy yo quien lo hace Luego fijo su vista en el otro un momento antes de pellizcarle una mejilla como si fuera un niño ¿Quien diria que una cosita como esta pega tan fuerte? lo miro con curiosidad, como si lo examinara.

Apenas y tuvo tiempo de reaccionar, justo a tiempo para ver como el pequeño esclavo derribaba de un solo golpe a un hombre grande que además estaba armado. Eso sí que lo tomó por sorpresa. No se esperaba que fuera tan fuerte. La molesta voz de su capitán lo trajo de vuelta a la realidad y estaba tan confundido que lo único que pudo hacer fue asentir.

La pelea siguió su curso. Acostumbrado como estaba ese tipo de situaciones y a pesar de ser superado en número, no representó ninguna dificultad. Confiaba plenamente en sus habilidades y en que era mucho más fuerte que la mayoría de los ahí reunidos. Y claro, aunque le costara admitirlo (nunca pensaba admitirlo), el que Soren hubiera intervenido a su favor representó una gran ayuda, pero en parte tampoco le agradó del todo, sabía que tarde o temprano primero: se lo echaría en cara y segundo: era otra más que le iba a cobrar.

Se entretuvo derribando a un hombre que tontamente, quiso detenerlo. Grave error. Por lo que tardó un poco en divisar a los otros dos que se alejaban. Le dirigió una mala y muy fiera mirada a los que aún quedaban en pie, una clara señal de advertencia "no se atrevan a seguirnos" y luego echó a correr a toda prisa. Ni de chiste iba a dejar al pobre y asustado ojivioleta al lado del danés, seguro que terminaría aún más traumado(?) y asustado de lo que ya estaba.

Ignoró a su capitán como siempre y refunfuñando, desvió la mirada. Pero no tardó en darle un fuerte manotazo para que dejara de hostigar(?) al rubio más pequeño.

-D'jalo en paz-demandó bruscamente, para de inmediato dirigirse al otro en tono más suave del que era capaz, un muy claro contraste- ¿E'tás b'en?

Tino se quedo viendo al sujeto que tiro al suelo de un golpe, tan sorprendido como los dos piratas, e incluso mas porque no tenia idea de que poseía esa fuerza oculta; nunca se había enojado con nadie, ni peleado, ni había sido un chico particularmente violento así que ¿porque ese cambio tan de pronto? muy en su interior, sabia que había agarrado el valor para hacer aquello, porque ese tipo quería lastimar al sueco a traición, el que había sido tan bueno, que le estaba salvando... no tenia idea de que intenciones tenían aquellos dos para con el pero los prefería antes que a cualquiera de los horribles tipos que estaban en el mercado. De pronto el danes le puso su gabardina encima, cubriendo su desnudez, lo que agradeció, pero le tomo por sorpresa tomándolo en sus brazos, pero solo se aferro a el como si fuera un bote salvavidas sin decir nada ni quejarse, hasta que se detuvieron-no soy cosa soy...solo tino-se sonrojo por lo comprometido de la situación y por estar abrazado del rubio como si su vida dependiera de ello, por lo que opto permanecer callado hasta que volviese el sueco.

El sueco llego, y le dio un manotazo al danes para que le dejara en paz, lo que tino agradeció internamente, le apenaba un poco tanta atención hacia su tímida persona-estoy bien...gracias...-le sonrió con ternura para agradecerle aquel rescate traído de los pelos, y comenzó a calmarse limpiándose las lagrimas secas del rostro, vaya que había estado asustado, tenia la cara llena de ellas-me llamo tino...tino Väinämöinen...¿y como se llaman los amos?-cuando le habían llevado en el barco de esclavos, le habían dado instrucciones para llamar "amo" a cualquiera que le comprara, y para el el habérselo robado contaba como una especie de compra. Seguía en brazos del danes, por lo que se aferro a el para que no le dejara caer, tapándose con la gabardina que le había dado, y esperando que le dijeran sus nombres para tener una forma de llamarlos así fuera mentalmente.

Le dirigió una mala mirada al sueco,¿Que demonios le había pasado al niño increiblemente torpe, pero sumiso y manejable que era?...ah si, crecio. Dio un suspiro frustrado mientras sentía como el esclavo, Tino se aferraba a el con más fuerza, seguro que eso no le hacía ni tantita gracia a Berwald.

Soy Soren le dirigió una sonrisa alegre Y el idiota malumorado es Berwald lo señalo antes que el otro pudiera hablar ¿Cómo te encuentras enano? si había dicho su nombre, pero era tan pequeño que no pudo resistirse a llamarlo así...aunque sonara más a insulto que otra cosa ¿Ya estas más tranquilo? se había refregado antes los ojos, pero aun quedaban unas pocas marcas de lagrimas en sus mejillas.

¿Tino? era bueno saber que tenía un nombre. La verdad no le hacía nada de gracia tener que referirse a él como "esclavo", de la misma forma que tampoco le agradaba ser llamado amo, pero ya se encargaría de explicarle eso con más calma

Iba a pedirle "amablemente" a su capitán que por favor soltara a Tino, cuando el otro se encargó de presentarlos sin siquiera darle la oportunidad de abrir la boca. Y pensar que en algún momento de su vida había considerado a Soren como una especie de hermano mayor y modelo a seguir. Que suerte que superó esa fase(?).

Pretendía mal mirar al danés y tal vez darle un "suave" golpecito en agradecimiento por haberle hecho el favor de presentarlo con Tino, pero se contuvo porque primero: no quería darle una mala impresión al rubio menor y segundo, otras cosas eran prioridad. Sacó un pañuelo del bolsillo de su pantalón y con la mayor delicadeza posible, le limpió el rostro al ojivioleta, esperando consolarlo un poco.

Soren y Berwald... así que esos eran los nombres de los dos piratas que lo habían rescatado del horrible mercado negro, y que ahora que estaba lejos de aquellos horrores y de ese ambiente tenso, no le parecían tan malas personas o tan intimidantes como había creído en un principio-s-si estoy bien en serio...-se dejó limpiar el rostro por el sueco, quedándose bien quietecito para hacerle más fácil que le quitaran esos residuos de lágrimas secas y mugre, después de todo había venido hasta el mercado en un barco y no precisamente en primera clase-¿me puedo bajar?-miro vacilante al danés que lo sostenía entre sus fuertes brazos; estaba bien eso de ser cargado, y de alguna forma lo hacía sentirse seguro, pero le apenaba no estar de pie por sus propios medios como un niño pequeño-porfavor... ¿...amo?-vacilo un poco al llamar así a Soren, quizás debía decirle amo para que le prestara atención y le dejara caminar un rato, no por nada ahora era el esclavo de ambos.

-yo...¿puedo saber qué debo hacer? en el barco me dijeron que si alguien me compraba me haría hacer cosas y que yo debía hacer todo lo que me dijeran, lo que se dice todo, pero... no me dijeron que era ese "todo"-los miro con la ingenuidad pintada en sus orbes violetas, lo que el pensaba es que lo pondrían a limpiar, lavar ropa o algo parecido como un sirviente, y le echaría ganas pero la verdad dudaba de que fuera muy bueno en ello. De pronto su estómago empezó a sonar de forma ruidosa en el silencio que se había hecho entre los tres-lo siento...no como desde hace algún tiempo-se sonrojo, la verdad lo último que había comido había sido medio pescado y un trozo de pan duro hace ya dos días, y el mismo no tenía idea de cómo había podido golpear a alguien con lo débil que estaba.... quizás porque estaba acostumbrado a no comer muy seguido.