Desembarque provechoso [Libre]

Sonrió al escuchar la respuesta del español, dándole espacio a la chica para que pudiese ver bien a su hermano.

Se emocionó un poco ante el tan grandioso encuentro (obviamente planeado por ella) pero como era tan genial, guardaría esas lágrimas para después.
Los seres mortales no debían ver sus lágrimas brotar.

-Kesesese-Rió, siendo su único aporte ante tan adorable y ansiado reencuentro.

Los ojos del español mostraban emoción, esperanza y alegría. No podía creerlo, pero lo veía y eso era bastante para aceptar el hecho de que María la había encontrado. Ambos habían crecido, el cambio era extremadamente obvio pero aun así por el simple hecho de ser gemelos tenían tantas similitudes que no podía negar el hecho de ser sangre. Suspiro intentando deshacer el nudo que le cortaba las palabras. —Si, Isabel, soy yo— no lo soporto mas, con un movimiento un tanto rápido abrazo a la española sin ejercer verdadera presión.

Sentía que su cuerpo temblaba un poco, mas los humanos no veían cosa alguna además de un abrazo fraternal. —Tanto tiempo… y aquí estas. ¡Estoy tan feliz!— no sabía cómo reaccionaría ella, no lo prevenía tampoco ya que estaba demasiado feliz como para siquiera pensar que las cosas tal vez no habían sido tan fáciles como las que él había tenido que sobrellevar, claro que figurativamente hablando.

No pudo aguantar más y las lágrimas que retenía escaparon en el momento que sintió el abrazo de su hermano.

-Gr-gracias Maria...- Gracias a ella había podido reencontrarse con él. Gracias a su persistencia, o a lo que ella calificaría como "awesomenidad"

Estaba realmente feliz, después de tantos años por fin había encontrado a su hermano. Pero entonces su mente pensó en sus padres y se entristeció al recordar a su madre aunque seguía feliz.

Había encontrado ya a alguien de su familia y, además, su padre estaba con su hermano o al menos el sabría de su paradero ¿verdad?

-He-hermano... P-perdoname...-murmuró intentando aliviar lo que sentía al recordar la noche que vió por última vez a su madre.

Siguió observandoles con una sonrisa gigantezca, resaltando la awesomidad de ésta.

- No hay problema Kesese- Se golpeó sin fuerzas el pecho con su puño, inflandolo.

- Soy tan asombrosa que pude hacer que se reencontraran kesese- Murmura algo alto, comenzando a retirarse de a poco.

Bien, había logrado que se juntasen, no tenía nada que hacer ahí. Llevó sus manos hasta su nuca y se volteó de forma despreocupada, buscando qué hacer.

Extendió su mano, jalando a María con ellos. — María eres la mejor~ — al igual que la mencionada no había derramado sus lagrimas aun, pero expresaba toda su alegría en aquel abrazo que ahora se había vuelto grupal. Apenas reacciono a las palabras de su hermana, sorprendido. — ¿Perdonarte? ¿Por qué? — miro a todos lados notando algo que debió hacer desde un principio. —Será mejor que vayamos a otro lugar a hablar, así no habrán interrupciones ¿si~?— sonrió un poco antes de darles un último apretón y soltarlas. —Podemos ir al barco, no hay mejor lugar que en ese— no aceptaría una negativa y aquello se notaba, sin querer, en su semblante.

Así que sin más Antonio prácticamente llevo jalando a Isabel al barco, estaba seguro que nada le borraría la sonrisa en mucho tiempo, figurativamente hablando Antonio siempre estaba sonriendo.

Sonrió levemente ante el abrazo grupal pero aún así esa sonrisa seguía algo triste-Por mamá...-le contestó simplemente-Pero, ¿a dónde podríamos ir?-le preguntó secándose las lágrimas y mirándole una vez se hubo calmado, y antes de poder decir algo ante su prospuesta ya había sido jalada.

En un acto reflejo agarró a Maria jalandola a ella también. Sonrió divertida ante las acciones de su hermano, habían pasado ya casi veinte años y aún seguía teniendo una personalidad parecida. Parecida porque es imposible que aquel Antonio de ese entonces llegase al ser el de ahora sin haber pasado experiencias que lo marcasen de por vida, al igual que hicieron con ella.