[Libre] Colgando la capa por un momento

El mar siempre era el eje de todo lo que sucedía a su alrededor, o al menos eso parecía. Vivía rodeado de apasionados de los viajes por barco, de las aventuras que surgían en la larga travesía y de la forma en que el mar cambiaba cada vez que lo deseaba, poniendo obstáculos o recompensándolos de acuerdo a su libre capricho.

Él sin embargo no era como los demás. Sentía el mar como una especie de limitación, estar en un barco se sentía algo monótono si no había algún barco pirata qué interceptar. El espacio en que se movía era reducido dentro de todo, y había veces que pasaban meses sin que viera alguna cara nueva. Para él que le resultaba vital interactuar con personas todo el tiempo, era un poco desesperante. Por eso cuando llegaban a tierra firme, no tardaba en correr como si se tratara de un niño, y no detenerse hasta que sus pies pisaran ese terreno tan diferente a los tablones del barco, respirara ese aire que traía mezclado no sólo sal de mar, sino también aromas nuevos que lo embriagaban.

Y hablando de embriagarse…

—¡Esta ronda va por mi cuenta! —exclamó alzando en su mano el gran tarro de cerveza, su sonrisa ensanchándose cuando escuchó los gritos de ánimo de los que se encontraban en el bar. Sí, él no era de tomar, de hecho el alcohol no era uno de sus placeres, pero luego de tanto tiempo, pensó que unos tragos no harían daño, divertirse era primordial en el momento.

La taberna era rústica y típica, y todos a su alrededor eran mercaderes o viajeros, aunque no faltaban sus hombres que trabajaban para la corona, y se preguntó si no habría colado algún pirata por allí. Bueno, no importaba, ahora no estaba de servicio. Si bien la justicia no dormía jamás, si se daba su tiempo para relajarse, siempre y cuando no hubiera graves crímenes cometiéndose.

Dio el primer trago, aunque la mayoría del líquido se deslizó por su cuello mojando su camisa, pero no le importaba. El ambiente era animado, los hombres reían y sonaba música divertida de fondo.

Sí, le agradaba eso. Todo ese ruido y gritos lo hacían sentirse acompañado.

Era un día hermoso, soleado, Mathew trataba de contener la risa mientras caminaba por la ciudadela, pues recordaba lo que muy temprano había hecho. En la mañana el canadiense había tomado la decisión de hacer una travesura a sus tutores, escapándose de casa porque él estaba harto de no salir y por tener una rutina de trabajo aburrida, caminaba todavía tratando de contener la risa, se preguntaba muchas cosas como – “¿Qué cara pondrán cuando sepan que me escape?”,” ¿Qué escándalo harán?”- pero las risa se detuvo al pensar – “pero... ¿notaran que no estoy?”- siguió avanzando algo desanimado por las preguntas. No sabía a dónde ir, observaba cada detalle de lo que lo rodeaba...no estaba acostumbrado a salir.

Se detuvo y se dijo así mismo- quiero ir a un lugar donde pueda escapar de las obligaciones – un señor se le acerco y le dijo un lugar ideal para eso, el joven se sorprendió de que alguien lo hubiera escuchado y contestado, se dirigió al lugar que le sugirió el señor, estaba feliz al sentirse libre y hacer lo que quisiera. Entro al lugar, nunca había ido a esa clase de lugares, le parresia asombroso. Todo curioso observaba el lugar que era tan rustico con un ambiente relajado, escucho risas y gente que estaba feliz, con curiosidad se empezó a dirigir al motivo del relajo.se sorprendió al ver a un joven tan parecido, la diferencia era que su rostro mostraba confianza en sí mismo algo que él nunca tendría, la curiosidad de saber quién era él le gano y se dirigió sentándose a un lado de él - h...hola – dijo con una amable sonrisa

[LO LAMENTO ;A; ]

Todo era algarabía y ruido y con esos ánimos le dio un trago más largo a la cerveza, casi atorándose por reír al escuchar los cánticos que lo animaban a terminarse todo el vaso de una vez. Lo consiguió aunque una buena parte se fue por su cuello y hacia su camisa, pero no le importó. Se limpió el mentón con el brazo, viendo en el vidrio que estaba tras la barra una silueta junto a la suya.

—¿Huh? —miró al costado ya que casi juraba que no había nadie a su lado, al menos no que hubiera notado. Se sorprendió al ver a alguien con rasgos muy familiares. Algo ebrio, se inclinó hacia él con toda la confianza del mundo, ladeando la cabeza como si estuviera tratando de descifrar un enigma— ... ¡Te me haces familiar!

Al final soltó una carcajada dejando de preocuparse por el asunto y le pasó un vaso repleto hasta el tope de cerveza. La espuma salpicó un poco, pero limpió el borde del vaso con el pulgar, relamiéndolo luego.

—¡Toma tranquilo, buddy! ¡Yo invito!

( n,n no lo lamentes)

Todo estaba en escándalo que hacía sentir a Mathew un poco asustado, nunca en su vida había entrado a este tipo de lugares, miraba fijamente al extraño que se parecía el pero al ve su comportamiento estaba claro que eran distintos, se sorprendió por la cantidad de cerveza que consumía, el lugar olía a bebidas y no le parecía que fuera un lugar divertido más bien un sitio curioso, perfecto para conocer amigos.

Casi considero un milagro que el muchacho lo escuchara, ya que difícilmente alguien lo escuchaba y lo ve –eh!?- sentía que se iba a caer al ver que el sujeto se inclinaba para verlo, al mismo tiempo el canadiense trataba de mirar las clases de bebidas tratando de buscar una que le quitara la sed.

Al no encontrar nada sin alcohol no tuvo más remedio que aceptar la bebida que le ofrecía el joven – tu también te me haces familiar- dijo en voz baja. Agarra el vaso de cerveza y le da su primer sorbo, le parecía bastante deliciosa espumosa, al acabase el vaso pidió otra ronda- esta delicioso- dijo con una sonrisa y algo sorprendido al ver a otro joven en una mesa apartada y sola,- hola!- le grito al joven de esa mesa invitándolo a sentarse