Correteando en el barco (priv.tripulación del Magt)

Parpadeo un par de veces antes de salir corriendo hacia cualquiera de las orillas para asomarse. Le costó un poco de trabajo subir la baranda, era bastante más alta que el después de todo, pero terco como era lo logró luego de varios intentos.

Sus ojitos azules brillaron emocionados cuando vio que a lo lejos solo se extendía el mar azul, se bajo de un brinco y corrió lo más veloz que podía hacia el otro extremo para repetir la operación ¡En verdad estaba en pleno altamar! Dio un par de pequeños saltos de gusto antes de caer de su "mirador personal", afortunadamente para el cayó hacia adentro del barco.

¡Una aventura de verdad! estaba demasiado emocionado para darle importancia al hecho de que se había raspado una rodilla, además a sus 5 años llevaba ya una larga lista de raspones y golpes que se había hecho jugando.

Tengo que verlo todo sobretodo antes de que su madre llegara por el... siempre lo interrumpía en la mejor parte de sus juegos, decidido a ver lo más posible antes de que eso ocurriera salio corriendo hacia la proa del barco, la brisa marina revolvía su cabello rubio y una sonrisa de oreja a oreja iluminaba su rostro.

*Flashback*

Jamás a lo largo de su vida había tenido un complejo por ser de complexión pequeña y delgada para su edad, es más, parecía no tener ningún problema con ello. No fue sino hasta que se unió a la tripulación, con el danés como capitán, cuando comenzó a sentirse menospreciado por eso. Era el más enclenque de toda la tripulación, pero era también el más necesario, por sus habilidades y conocimientos en plantas y animales, para medicinas y uno que otro brebaje.

Normalmente era respetado y tratado como cualquier otro tripulante en el barco, sabían que cada uno de ellos cumplía una función y era igual de necesario. El que parecía no comprender esa situación era el capitán, siempre ordenándole que haga cosas sin sentido y degradantes, tratándolo como si fuera un sirviente, especialmente cuando le pedía que le trajera cerveza tras cerveza, hasta en una ocasión obligándole a la fuerza a beber esa sustancia que le parecía desagradable para el gusto.

¿Y todo por qué? Por ser el más pequeño de la tripulación entera, bien, quizás era tiempo de que él sintiera que era ser el de menor fuerza. Vamos, no sería difícil, no es como si fuera a salir lastimado. Quizás le podría enseñar una valiosa lección, si, eso era, una lección de vida.

Se pasó una noche entera buscando en libros y escritos, fue difícil y arduo, pero finalmente había logrado encontrar una pócima lo suficientemente fuerte para dejarlo débil por al menos una semana o quizás un poco menos, ese era el plan original. Para su suerte, los ingredientes necesarios no estaban del otro lado del mundo, casualmente tenía al menos tres cuartos de todos los que necesitaba, los demás los conseguiría al día siguiente.

Pacientemente la preparó, sabía que el capitán se tomaba siempre una cerveza antes de irse a dormir, era infalible el plan que tenía, pondría la solución que había preparado en el tarro del danés antes de verter la cerveza en este, se lo llevaría y lo más seguro era que a la mañana siguiente amaneciera sin fuerza suficiente ni para cargar su hacha apropiadamente, así lo hizo, yéndose tranquilamente a dormir esa noche.


Enorme fue su sorpresa al descubrir al danés con la apariencia de un niño a la mañana siguiente, parecía desconocer totalmente que era él el capitán del barco en el que se encontraba jugando y corriendo de un lado para otro. No podía ser verdad, se suponía que había preparado todo a la perfección, ese no era el plan, ahora tenía un problema jugando por todo el barco como si nada pasara. Para empezar no podía permitir que nada le pasara, si hubiera sucedido todo como lo esperaba solo tendría a un capitán débil por unos días, pero ahora tenía a un niño que no parecía percatarse de nada a su alrededor. Era un problema, un serio problema.

Desde el amanecer se la había pasado siguiéndolo en silencio, cuidando cada uno de sus movimientos, cuando se caía y parecía ni sentir el golpe, cuando se subía para mirar por la orilla del barco. ¿Cómo se supone que le diría que era él el capitán del barco? ¿Cómo se suponía que debía explicar eso al resto de la tripulación? ¿Cómo iba a arreglar ese desastre? Se mantuvo a cierta distancia de él, lo suficiente para poder vigilarlo y al mismo tiempo para que no se diera cuenta de su presencia.

Se dispuso a cumplir con la rutina de siempre: después de levantarse y alistarse, le correspondía ir a despertar al inútil de su capitán (algunas veces bastaba con abrir la ventana para que la luz le calara de lleno en los ojos, otras con arrastrarlo fuera de la cama para tirarlo en el suelo y si no reaccionaba, tirarle una cubeta de agua fría siempre funcionaba). Algunas...no, la mayoría de las veces más que como segundo al mando en el barco se sentía como la niñera personal de Soren. ¡Si ya eran adultos! Y encima se suponía que el otro era el capitán, debería de dejar de comportarse como un mocoso malcriado.

De cualquier manera, cuando fue a buscarlo a su habitación, se topó con que ya no estaba ahí. Se le hizo bastante extraño. Eran contadas las ocasiones cuando se levantaba temprano. Pero no quiso darle más vueltas al asunto, mejor para él. Tal vez el otro al fin había decidido ser un poco más responsable...

Su pensamiento se vio interrumpido al escuchar un ruido. Salió rápidamente de la habitación y lo primero que pensó era que Soren intentaba jugarle una broma, no sería la primera vez. Pero entonces divisó una pequeña figura que se alejaba, parecía tratarse de un niño, pero era imposible. No habían niños en el barco. Incluso llegó a pensar que pudiera tratarse de Emil o Tino, pero no, era demasiado pequeño como para tratarse de alguno de ellos. Dispuesto a descubrir el misterio, se decidió ir a buscarlo.

Cuando Tino vio al niño correteando por el barco, se quedo de una pieza. Mil posibilidades pasaron por su cabeza: que alguien en la tripulación tenia un hijo secreto, que lo habían secuestrado, que el niño se había fugado, que había surgido espontáneamente, y mil cosas mas cada una mas improbable y extraña que la anterior. Esperaba que no fuera un niño secuestrado, cosa que le inquietaba profundamente aunque no tenia constancia de que el danes se dedicara a ese tipo de... ahora que lo miraba, una y otra vez, corriendo, con las rodillas raspadas y una sonrisa tranquilaza tan diferente a la de un niño perdido tuvo un extreño presentimiento-ne, Berwald¿no crees que se parece al amo soren?-miro de reojo al sueco apenas paso a su lado y le siguió, en su búsqueda del pequeño misterioso, que no era tan misterioso.

Se acerco al niño, lo cargo en sus brazos y lo sento en una silla que estaba en el barco, con tranquilidad y un cariño casi maternal, si era el danes se enojaria de ser tratado con brusquedad despues de todo-A-mo soren d-digo Soren ¡eres tu?-lo mas probable es que no recordara nada y se asustaria si llegaba alguien de la nada a decirle amo-no te preocupes berwald y yo vamoos a cuidar de ti ¿si?-le dio un codazo suave al sueco, esperando que no se negara, tenia sus rencores con el danes pero ahora era un niño indefenso y no se puede odiar a un niño-¿que deseas?-era un buen chico despues de todo, y tenia instintos maternales, solo queria que el danes estuviera comodo mientras volvian a la normalidad.

Renego y sacudio las piernas cuando fue levantado en brazos, molesto porque interrumpieran su diversión, tenía que seguir explorando antes de que su madre llegara por el, vio con las mejillas infladas al rubio que le hablaba ¿Como sabes como me llamo? se puso de pie en la silla mirandolo con desconfianza, ¿de donde sabía el rubio su nombre? Además el otro hombre que lo acompañaba tenía pinta de maton...como los guardias reales de los cuentos que le contaba su mamá (?).

Yo no nesesito que me cuiden se alzó lo más que pudo sobre sus pequeñas piernas mirandolos desafiante a ellos y al otro rubio que estaba un poco más atras y no dejaba de verlo tampoco Soy mayor y me puedo cuidar solo se bajo de un salto de la silla y se sacudio su ropa queriendo dar una apariencia "madura", como había visto hacer a algunos chicos mayores.

¿Me vas a dar lo que yo quiera? sus ojitos brillaron ilusionados, al regresar su vista al ojivioleta ¿De verdad, de verdad, de verdad? dio un pequeño bote en su lugar por la emoción de poder tener las cosas que en su casa no le dejaban.

Estaba realmente estupefacto, se había quedado detrás de unas maderas altas que servían para reparaciones, observando al sueco y finlandés que ahora se encontraban junto al danés, que perra suerte la suya. Estaba seguro que tarde o temprano comenzarían las averiguaciones para descubrir que era lo que había causado el estado actual del capitán, siendo él el sabio, no tardarían en preguntarle y sinceramente no sabía si preocuparse más por buscar un remedio o porque cabía la posibilidad de ser descubierto.

En todo caso, debía de actuar tan sorprendido como aquel par, como si nada hubiera pasado, como si no supiera nada, agradecía interiormente que el niño, en ese estado, no recordara nada de nada. Decidió acercarse, se vería muy sospechoso si le atrapan escondiéndose. Intento poner un rostro tan sorprendido como la de sus mayores, aunque no estaba seguro de si podría convencerlos con esa pobre actuación, esperando que al menos se lo tragaran por el momento.

Tampoco dice nada, supuestamente sorprendido, solo se queda viendo y avanza de poco hasta ellos, mirando con curiosidad a ese niño, sabiendo perfectamente que era su capitán danés, y viendo que Tino también lo había descubierto..