¿Perdidos? (Privado: Arthur Kirkland)(POST ABANDONADO, BORREN(?))

¡Maldita sea! ¡¿Cómo había acabado allí, perdida en una isla desierta y sin nadie en kilómetros y kilómetros de distancia?!

Ella se dirigía hacía el nuevo continente al área del Dominio Británico concretamente para realizar un trabajo que le habían encargado y se encontró con una tormenta. ¿El resultado? ¡Había acabado en aquella isla!

-Venga Isabel... cálmate... seguro que no eres la única en esta isla...-se dijo para si misma intentando tranquilizarse.

Lo primero que hizo fue mirarse de arriba a abajo asegurándose de que no estaba herida y de que tenía todas sus pertenencias consigo. Por suerte no había sufrido ninguna herida aparte de algunos arañazos y su ropa estaba decente pero... había perdido sus hachas.

-¡Mierda!-exclamó antes de mirar a su alrededor buscando sus hachas con la vista.

En cambio, en vez de ver sus hachas vio a alguien a lo lejos y no tardó en acercarsele corriendo. Su ilusión de que no iba a estar sola se desvaneció en el momento que vio que era un pirata.

-¿Por qué debo quedarme sola en esta isla con un pirata? -se quejó pero rápidamente fijó su vista hacía las armas del pirata.

¿Con que él si tenía armas, eh? Una sonrisa malvada se le formó en el rostro antes de quitarle cada una de ellas y colocárselas a ella misma de manera que no se perdiesen.

Una vez terminó de colocarse las armas se agachó para quedar a su altura y comenzó a pockearle intentando despertarlo.

-Venga piratita, despierta de una vez

No sentia y escucha absolutamente nada, ¿cómo es que había caido de su bote, otra vez? ¡Estaba teniendo cuidado y tomando las medidas necesarias para que justamente no pasara eso! inconsciente lograba meditar algo.

Luego de un rato recordó lo que ocurrió, por accidente un barril suelto lo empujo fuera del barco, ya que el estaba en la orilla de este mirando el mar y a los delfines que saltaban de vez en cuando, a las ballenas de vez en cuando, era un espectáculo hermoso. Y no se arrepentía de haber caído, pero sí de haber caído en una parte honda del mar. Solo pudo estar ''flotando'' unos minutos y finalmente el mar jugueteo con su cuerpo y lo llevo con la voluntad propia hacia una isla desconocida.

Tosio un poco y abrio levemente los ojos al notar una voz femenina que le hablaba. Le miro y pudo reconocer enseguida ¿¡Ella no era una mercenaria?! y de lo que había escuchado era una buena trabajadora, pero siempre hurtaba cuando se le presentaba la oportunidad, así que lo primero que hizo fue sentarse de golpe y analizarla con la mirada ¡Tenía puesta SU espada y SU pistola en las ropas! ¡La educación ya no importa!.

-Hey, you.- Dijo para llamar su atención y agarrarla de los hombros para que no se escapara. -Eso es mio. - Dijo señalando con la cabeza la espada y la pistola, estaba hirviendo de furia. Si la chica hubiera sido un hombre de seguro ya la estaría ahorcando.

No pudo evitar comenzar a reír ante la cara de molestia que tenía el otro. No sabía por qué pero el simple hecho de haber sido ella la causante de ese enojo le había alegrado el día. No lo conocía de nada pero en su interior sentía repulsión hacía él, como si desde siempre fuesen y serían opuestos que nunca se soportarían y que el sufrimiento de uno fuese la alegría del otro.

Le sonrió con sorna y llevó sus manos a las muñecas del otro ejerciendo presión sobre ellas para que le soltase los hombros-Mira, piratita, no te conozco de nada y siento que no te quiero conocer así que olvídame, ¿vale?-le dijo con un tono de burla para después mirar la espada y la pistola que ahoran suyas-Y, tranquilo, no te preocupes por tus armas, son bonitas pero no tanto como mis gemelas-le dijo refieriéndose a sus hachas-Prometo que te las devolveré, ¿si?, pero no ahora. Estamos solos en esta isla y no pienso estar desarmada y que tú si estes armado-añadió para después de ejercer durante un rato presión sobre sus muñecas y haberse asegurado de aflojar el agarre le apartó las manos de él de sus hombros para después ponerse de pie y mirarle desde arriba-Llámame como quieras pero te advierto que esta señorita no es ni una noble ni una campesina y mucho menos una cortesana de esas~.-hizo una leve reberencia para burlarse un poco más antes de darse la vuelta y caminar en dirección contraria a la del pirata para buscar así sus hachas gemelas.

La verdad estaba algo desconcertado y no sabía como actuar con exactitud, ¡le estaban robando sus preciadas armas!. Podía ir y matarla ahí mismo pero el problema se enfocaba en que no podía hacerle eso a una mujer. Iba en contra de sus principios.

Rápidamente le tomo la muñeca al estar ella dispuesta a marcharse con el robo completado. —Wait, no puedes llevarte las armas de otra persona excusándote de esa manera. Estamos solos en esta isla, y no pienso estar desarmado y que tú si estés armada— Utilizo la misma frase usada por ella para salvarse, no solía ser así con una lady pero con una ladrona era diferente. Se puso de pie sin soltarla mientras hablaba. —No me importa y no me importara conocerte, es más. Tu existencia no me afecta. Lo único que nos une es el hecho de que tu tienes mis pertenencias. Sí quieres puedo acompañarte en tu sendero de buscar a ''tus gemelas''. Pero dame una de mis armas. En cuanto las encontremos me devolverás la otra. Así ninguno pierde ¿ok?— Quizás sería una ladrona y todo, pero seguía siendo una mujer.

La sola presencia de la chica lo saco totalmente de sus cabales. Había tenido un mal día (pero se podía remediar) y ahora viene ella y usurpa sus armas. ¡Que ironía!.

Una odiosa sensación le recorrió el cuerpo en el mismo instante que él la agarro de la muñeca. En su interior le pareció escuchar como una voz le pedía que se alejase de él, que no le escuchase y que usase esas armas que tenía en su posesión y lo matase, que ese era su deber. Pero... ¿por qué? ¿por qué sentía repulsión hacía él si apenas lo conocía? Además, él tenía razón, lo único que les unían era que ella tenía sus armas... Entonces ¿por qué?

Movió su cabeza intentando disipar esos pensamientos terminando de escuchar lo que él le decía.-Si tanto insistes de acuerdo-se soltó de su agarre y después le pasó la espada quedándose ella con la pistola. A ella en concreto se le daba mejor la lucha cuerpo a cuerpo pero si le daba la pistola estaría en desventaja porque era un arma muy veloz así que decidió quedarse con ella. Después de todo ella misma se había asegurado antes de coger el arma de que estaba bien cargada.